Cuando Marco Rose comenzó a elogiar a su equipo, hacía tiempo que había amanecido en Belgrado. "Sólo tenemos una moneda de cambio y son los resultados y las victorias. Hicieron un partido muy bueno, vi un equipo con confianza que quería jugar al fútbol. Luchamos al final, eso forma parte de ello", declaró el entrenador del RB Leipzig tras la victoria por 2-1 en el campo del Estrella Roja de Belgrado. Era la cuarta participación del equipo en los octavos de final de la máxima categoría, aunque anteriormente sólo lo había logrado en la última jornada de la fase de grupos.
Xavi Simons y Lois Openda marcaron para el Leipzig, mientras que Benjamin Henrichs dio esperanzas a los locales con su gol en propia puerta en el estadio de Marakana, impresionantemente ruidoso como de costumbre. "Todo ha sido genial. La lluvia, el ambiente y una victoria luchada", declaró el capitán Emil Forsberg. El sueco también prometió no rendirse en los dos partidos restantes: "También se trata de respeto. Queremos mostrar nuestra mejor cara"
Esto también incluye un mayor desarrollo del equipo. A pesar de todas las alegrías, el equipo no hizo oídos sordos al hecho de que, una vez más, no supo aprovechar sus ocasiones. "Los chicos son sinceros entre sí y, por supuesto, nos preguntamos por qué no conseguimos decantar antes el partido a nuestro favor", afirmó Rose. "Ésa tiene que ser nuestra ambición si queremos dar los siguientes pasos. Hay cosas que queremos hacer mejor".
Sin embargo, Rose debe haberse sentido orgulloso de la madurez mostrada por el Leipzig en un ambiente difícil y emocionalmente caldeado. En el pasado, siempre ha habido partidos en la Copa de Europa en los que han tenido problemas con un ambiente asfixiante. Las derrotas ante el Besiktas de Estambul, el Olympique de Marsella y el Glasgow Rangers son los ejemplos más notables en términos negativos. En este sentido, la victoria en Belgrado es también una especie de liberación. "Nos da un impulso", dijo Rose, de cara a las próximas semanas.
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