La jugadora nacional Giulia Gwinn ha hablado de sus propias experiencias discriminatorias como futbolista juvenil. "Tuve que escuchar muchos comentarios discriminatorios, sobre todo de rivales, del tipo: 'Hay una chica jugando, ¿qué hace aquí? No tiene nada que hacer aquí", dijo la lateral derecho del FC Bayern de Múnich en la ceremonia de entrega del premio Julius Hirsch el domingo.
Su gran suerte fueron sus entrenadores y compañeros de equipo, que siempre la protegieron, "que siempre me dieron la sensación de que yo pertenecía al cien por cien", explicó Gwinn, que creció en el lago Constanza. Era la única chica entre muchos chicos en el fútbol aficionado. Por eso, para esta joven de 25 años, es importante que haya personas que se responsabilicen de los demás y den la cara por ellos.
Límites claros a la libertad de expresión
Los clubes de fútbol son lugares de encuentro donde "también se enseña que debe haber límites muy claros a la libertad de expresión, especialmente en lo que se refiere al racismo, el antisemitismo, el sexismo o cualquier forma de discriminación", explicó la joven de 25 años. Hay ejemplos maravillosos en Alemania "donde la gente simplemente dice 'Basta, basta, así no'".
La Asociación Alemana de Fútbol concede anualmente el Premio Julius Hirsch a clubes, instituciones y personas que utilizan el fútbol para defender la democracia y la dignidad humana, así como contra el antisemitismo, el racismo y la discriminación. Este año, los premios han recaído en la Iniciativa para una Mayor Responsabilidad Social en el Fútbol Popular (IVF) de Leipzig, el club de aficionados "Blau-Weiss statt Braun" de Karlsruhe y el FC Hertha Bonn 1918. "Todos ustedes son grandes modelos a seguir", elogió Gwinn.
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