Algunos dejan pausas en el discurso para la I en línea, a otros les molesta. Unos sienten que no se les escucha lo suficiente, a otros les molesta. Algunos fustigan las supuestas prohibiciones de expresión, otros se sienten heridos por la expresión desconsiderada. Y todo el mundo parece sentirse más cómodo en su propia burbuja, en su propio lado del debate. ¿Podemos salir de ella y volver al diálogo? La asociación de autores Pen Berlin lo está intentando antes de las elecciones estatales en el este de Alemania.
Este lunes comienza en Chemnitz la serie "Aún es justo decirlo - conversaciones sobre democracia y libertad de expresión", con un total de 37 actos en ciudades pequeñas y medianas del este de Alemania. El formato es de dos (potencialmente) contendientes, un moderador y el público.
"La participación del público es el núcleo de la serie", afirma Deniz Yücel, portavoz de Pen Berlin. "En el mejor de los casos, gente que no creía que esto fuera posible empezará a hablar entre sí".
Entre Suhl y Eisenhüttenstadt
Pen Berlin ha reclutado a 118 escritores, periodistas y artistas para la serie, que se prolongará hasta el 19 de septiembre. La serie comienza en Chemnitz con dos publicistas que recientemente han tenido mucho que decir sobre el debate Este-Oeste: el historiador Ilko-Sascha Kowalczuk y Dirk Oschmann, autor del bestseller "Der Osten, eine westdeutsche Erfindung".
En otros paneles entre Suhl y Eisenhüttenstadt, Zwickau y Döbeln se encuentran algunas de las voces más conocidas de Alemania Oriental, como las escritoras Anne Rabe, Ines Geipel, Katja Lange-Müller y Monika Maron.
Porque una cosa está clara: Alemania Oriental trata sobre Alemania Oriental. Trata de malentendidos y resentimientos, del estado de ánimo agitado, la rabia y el enfado ante las elecciones estatales de Turingia, Sajonia y Brandeburgo en septiembre.
Pero no sólo eso. También participarán en el debate figuras de la cultura nacidas en Occidente, como Juli Zeh, Michel Friedman, Pina Atalay y Harald Martenstein. El objetivo no es la política partidista, sino "una conversación real, incluso dura", dice la portavoz de Pen Berlin, Eva Menasse.
En tiempos de indignación
Los organizadores están preocupados por los resultados de una encuesta que muestran que cada vez menos personas sienten que pueden expresar sus opiniones libremente en Alemania. Según Pen Berlin, el 78% de los encuestados afirmaba esto en 1990, mientras que el 16% pensaba que había que ser prudente. En 2023, sólo el 40% dijo en una encuesta de Allensbach que la libertad de expresión era un hecho, mientras que el 44% pensaba que estaba restringida. ¿Cómo puede ser esto en un momento en el que aparentemente cualquiera puede decir cualquier cosa en cualquier momento en las redes sociales?
¿Es la "Cultura de la Cancelación" -el amordazamiento de las opiniones discrepantes- una realidad en Alemania o sólo un término de lucha? "Creo que ambas cosas", responde Yücel. La libertad de expresión se confunde a menudo con la "libertad de contradicción", según el lema: criticar significa anular. "Por otro lado, la voluntad de indignación es alta, combinada con la tendencia a trazar cada vez más estrechos los límites de lo que se considera expresión permisible de la opinión".
Yücel también señala que le hubiera gustado que participaran en el ciclo de charlas más escritores y periodistas, que a su vez se quejan de las restricciones a la libertad de expresión. "Pero no podemos hacer más que invitarles", dice el organizador. Ahora espera que el público adopte esta postura, "cuando la percepción de una restricción de la libertad de expresión conduce a un alejamiento de la democracia". Por eso no se reúnen en Berlín-Mitte, sino en Sonneberg, Pirna o Schwedt.
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