La Convención de la Unesco para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003 ha contribuido, en opinión de la ministra de Cultura de Sajonia, Barbara Klepsch (CDU), a aumentar la visibilidad de los conocimientos y técnicas humanas tradicionales y a darles el reconocimiento que merecen. "Cuando echamos la vista atrás a estos diez años, sin duda podemos estar orgullosos de lo que hemos conseguido", declaró Klepsch, según un comunicado de prensa, antes de un acto de celebración del aniversario en Dresde. La Convención, a la que Alemania también se adhirió en 2013, también había "desencadenado un animado debate público sobre nuestra autoimagen cultural" en Sajonia.
Las personas que se comprometen con ella "no solo preservan el patrimonio cultural de su región, también contribuyen a la cohesión y al entendimiento, tanto en las grandes ciudades como en el campo", elogió Klepsch el compromiso. "Todo esto sólo funciona porque muchos de ellos se ofrecen como voluntarios y asumen responsabilidades, se preocupan por algo más que por sí mismos, y a menudo sacrifican mucho tiempo y energía para hacerlo".
Las tradiciones locales, las costumbres, los festivales, las técnicas artesanales cultivadas históricamente, en formas de música y danza, también muestran la riqueza cultural del Estado Libre, dijo Klepsch. "Este patrimonio cultural vivo, combinado con el valor de intentar algo nuevo, hace que merezca la pena vivir en nuestro país y crea identidad y comunidad". El ámbito del patrimonio cultural inmaterial abarca desde las costumbres y fiestas de los sorbios lusos hasta la idea cooperativa, la construcción de órganos y la música de órgano o los coros de niños, pasando por el montañismo.
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